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CUERPO: POTENCIA SUBVERSIVA EN DISPUTA


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN SOCIOLOGÍA TEORÍA Y PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO. Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco. Idónea Comunicación de Resultados para optar por el grado de Maestra en Sociología

 

TENTATIVA DE ENCUENTRO


“Paradójicamente, todo aquel que escribe siente que lo importante está sucediendo en otro lugar. La acción, la vida, lo efectivamente real, no es el texto, sino, con suerte, aquello de lo que el texto habla.” David Sánchez Usanos


El compromiso que se asume al emprender un proyecto de investigación no se reduce al cumplimiento de una serie de requisitos institucionales. Abordar el estudio de la realidad social desde una perspectiva en particular representa un reto tanto profesional como a nivel personal. Afrontar este desafío es de innegable importancia para comprendernos a nosotros mismos ya que, como seres sociales, nuestro vínculo con el mundo nos determina. Negar está relación sería tanto como negar nuestra posibilidad de incidir en el curso de la historia.


Es justamente a esta posibilidad a la que apela Wright Mills cuando propone el concepto de imaginación sociológica. Entendida como una cualidad mental, la imaginación sociológica implica un proceso de toma de consciencia de la interrelación entre la biografía personal y el mundo y es que, como el propio Mills señala: “Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas.” (Mills, 2012: 23)


No sólo se trata de comprender las inquietudes personales del medio y los problemas públicos de la estructura social, se trata también de que, al ser capaces de descubrir el entramado de vínculos existentes entre una inquietud y un problema, esto nos obliga a asumir una postura al respecto para hacerle frente al malestar y a la indiferencia; “(...) precisamente el intelectual, el catedrático, el estudiante, tienen la misión de confrontar las complicaciones (...)” (Mills, 1960: 12).


Bajo el entendido de que “(…) la investigación científica representa la continuación por otros medios de la determinación de combatir el carácter inhumano de una formación social.” (Marín, 2009: 8), esta estrategia teórica tiene por objetivo principal explorar varias posibilidades para caracterizar la experiencia del cuerpo en la protesta social y así, establecer vínculos entre el análisis sociológico de la acción colectiva y el cuerpo como categoría fuerza que, desde algunas primeras intuiciones, parece aportar importantes elementos para reflexionar acerca de las experiencias y motivaciones que enmarcan las luchas, la propia experiencia del cuerpo en protesta, las diferentes expresiones del poder que afectan los modos de hacer, ser y saber en relación con lo que implica nuestra condición de seres encarnados en contextos específicos y la capacidad que como individuos y sociedades tenemos para darle sentido a nuestras propias experiencias y a las de los otros.


Es en virtud de las ideas anteriores que presento esta investigación también como parte de una estrategia de vida. Me refiero a una reconstrucción teórica que pretende constituir una propuesta para observar la complejidad del mundo del que formamos parte y que continuamente nos insta a pensar en las condiciones actuales de la existencia humana y en nuestra responsabilidad en la conformación de dichas condiciones, pero sobre todo, en las posibilidades de participar activamente en la transformación del mundo que compartimos. Como diría el entrañable Galeano: “Somos lo que hacemos y sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos: nuestra identidad reside en la acción y en la lucha.” (Galeano, 2000: 226) De ahí que la presente investigación sea expresión de una voluntad de cambio social que recurre a la investigación sociológica como estrategia para contribuir y estimular la crítica radical al sistema capitalista. Y digo radical porque este trabajo tiene como centro de análisis el cuerpo humano; condición privilegiada de existencia y experiencia.


Frente a este desafío, el reto inicial ha sido el de posicionarse ante el cuestionamiento acerca de ¿qué se debe entender por “cuerpo”? Como se verá en el desarrollo del primer capítulo, más que partir de una definición acabada, elijo atender a la “(…) la necesidad de un verdadero “co-nocimiento” que sepa “nacer con” su objeto (…)”, en otras palabras, asumo la perspectiva de que cuerpo es “Una palabra que se desarrolla a partir de la experiencia.” (Maffesoli, 2009: 29) Experiencia de investigación que forma parte de un proceso de maduración del pensamiento, sujeto sí, a la imposición de los tiempos institucionales, pero también por ello, consciente del compromiso que esto representa.


Desarrollar la capacidad para reflexionar e investigar la realidad social no es una tarea sencilla y requiere de práctica, como cualquier otra habilidad, para ser perfeccionada. Más allá de los límites de la disciplina, en particular, y de la ciencia, en general, las posibilidades no se agotan; “Sobre todo porque cualquier cosa que tenga que ver con la coexistencia humana, requiere intentar un tipo de abordaje y una discursividad que nos ponga a <<... pensar con la totalidad de nuestras respectivas cabezas, y no sólo, como de costumbre, con la parte de la cabeza que ha sido disciplinada y entrenada para el estudio...>> de alguna modalidad académica, científica o intelectual.” (León, 2005: 10)


Apelar al pensamiento crítico y creativo responde al hecho de que los retos a los que nos enfrentamos no son menores, aunque tampoco lo son nuestras posibilidades. Es por esto que, en un segundo momento, atendiendo a la necesidad de identificar cuáles son los problemas a los que nos enfrentamos actualmente, se desarrollan algunas consideraciones para entrelazar, desde una postura epistemológica particular, conflicto, acción colectiva, cuerpo y algunas de las expresiones cotidianas del poder.


Ahora bien, sin dejar de tener en cuenta la necesidad de identificar los posibles aspectos que se nos ofrecen para comprender la experiencia del cuerpo en relación con la protesta social, en el tercer capítulo se propone visibilizar las estrategias a las cuales recurren los cuerpos en algunos eventos de protesta que han tenido lugar en nuestro país. Finalmente, en el último apartado se exponen probables líneas a través de las cuales podría encauzarse la presente investigación para continuar en el esfuerzo por hacer observable al cuerpo, desentrañar el cúmulo de relaciones de poder que lo atraviesan y analizar la protesta social como manifestación del conflicto político surgido entre la dominación y la resistencia. Se trata de un ejercicio gradual que en el transcurso de su desarrollo formula las preguntas necesarias, encuentra los recursos pertinentes y, al mismo tiempo, intenta justificar esa pertinencia y esa necesidad. Una búsqueda progresiva que va definiendo su enfoque, sus conceptos y sus formas de abordarlo. Se trata de una investigación que se asume a sí misma como parte de un proceso de reflexión y argumentación continuos e inacabados y que, por lo tanto, pretende seguir siendo desarrollada. Sin duda el potencial que se advierte en el estudio sociológico del cuerpo, en general, y de su relación con diferentes aspectos de la protesta social, en particular, es amplio. Sin embargo, en este trabajo se abordaran solo algunas de estas posibilidades. No pretendo escabullirme más allá de las limitaciones en las que es probable incurrir dado el entusiasmo y la indignación que me provocan esta investigación. No obstante, he de decir que es, será y ha sido esta misma indignación y entusiasmo los que me motivan a seguir defendiendo mi derecho al delirio, a pensar y encaminarme en compañía del Otro hacia un mundo posible.


La promesa de Mills plantea que mediante la puesta en práctica de la imaginación sociológica es posible hacer una recapitulación lúcida de los acontecimientos que forman parte de la historia personal y de la historia que compartimos y así, comprender la conexión que existe entre ambas. Más que nunca “En el mundo de hoy, razonar con lucidez y obrar con justicia conduce a la indignación, al fervor y la ira, allí donde se nutren los espíritus de la revuelta. Pues el estado presente del mundo es intolerable, y si la historia algo nos dice es que, a su debido tiempo, no será más tolerado.” (Gilly, 2015: 37)


No es tan solo la “Indignación contra el mal que se hace a otros” (Bodei, 2013: 11), es que “(…) para indignarse, hay que sentirse concernido.” (Maillard, 2013: 35) porque uno no vive solo y lo que a uno le pasa le está sucediendo al mundo; única razón, y causa. Y es que, finalmente, “¿Para qué escribir si no es para tocar el cuerpo, para dejarse tocar por el cuerpo?” (Gorlier, 2011)



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